Aprendiendo a cultivar a cielo abierto en un terreno extenso tuve la oportunidad de conocer a gente muy peculiar, entre ellos un campesino morelense que estuvo ayudándonos algún tiempo a labrar el terreno. Un día batallaba yo con el azadón para abrir la tierra a pleno rayo de sol. Él se acercó con una pala de mango largo y me enseñó un rítmico bailecillo que facilita y agiliza la labor de aflojar la tierra; me explicó cuál es la mejor hora para labrar, sembrar y regar, entre otras cosas. Y mientras yo avanzaba medio metro de terreno, él lo hacía mucho más veloz. En un momento sólo me detuve a observar lo bien que lo hacía, el cuidado, el interés y el cariño por la tierra. Ese aprendizaje en el campo me enseñó a comprender el valor de tener alimentos en la mesa, tan sencillo como ir al súper por ellos sin saber el trabajo y el esfuerzo que hay detrás.
Así por la vida de vez en cuando ando en camión y escucho las pláticas de los choferes, sus preocupaciones, sus historias familiares, sus complicaciones en el trabajo. Yo sé que no son nuestras personas favoritas pero hay muchos que hacen un gran esfuerzo por hacer bien las cosas. Conozco miles de historias de personas que hacen lo mejor que pueden por vivir, por sus trabajos, por sus familias y hay un sinfín de almas a nuestro alrededor que de una u otra manera convergen en nuestra existencia aportando su tiempo y su trabajo, a veces instantes ni siquiera perceptibles pero enlazados en una serie de circunstancias que permiten nuestro fluir, como el ciclo sin fin de la película del Rey León.
Difícilmente nos detenemos a observar lo que las personas a nuestro alrededor aportan, generalmente ponemos atención en los acontecimientos más relevantes y los negativos capturan nuestra atención casi por completo.
No sólo regateamos dinero con expresiones como la de “las famosas 3 B´s (bueno, bonito y barato), regateamos amabilidad, comprensión, atención con frases como la de “para eso te pago”, “es lo menos que puedo esperar” o el “nomás faltaba”, "¿y a mi qué?
Recuerda que tienes el poder de crear... construye con tus palabras, con tus actitudes, con la forma en que tratas a los demás y la importancia que le das a su existencia.
“Trata a un ser humano como es y seguirá siendo lo que es. Trátalo como puede llegar a ser y se convertirá en lo que está llamado a ser.”
Generemos valor a partir del valor, hazte consciente de lo que recibes todos los días, hablando de bienes materiales, de afecto, de oportunidades, de respirar, de comer, de poder comprar o de poder producir, de estar sano o de estar en un camino de aprendizaje. Dale valor a lo que tu propia persona es capaz de hacer y dale la oportunidad a los demás de ser mejores valorando lo grande o lo pequeño que hacen por ti.
Tomemos conciencia en nuestra ajetreada vida de notar, valorar, comprender; porque en la medida en que nos tratemos mejor el mundo cambia y evoluciona para bien de todos.
Jass Bernal
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