Cuando dices que eres masajista nunca falta quien pregunta ¿y das masaje con final feliz? Seguro esperan que les contestes que si o para criticarte o para contratarte jiji. En mi caso sí, espero que mis masajes tengan siempre un final feliz. Todo comenzó así…
Hace algunos años mi gran amiga y socia decidió enseñarme su técnica de masaje para complementar mi formación como terapeuta energético y para poner nuestro negocio juntas.
Cuando uno empieza como masajista tiene las manos rígidas y algo torpes, cuesta trabajo moverse alrededor de la mesa y da terror poner las manos sobre tu cliente. Mi amiga hablaba acerca de la “danza del terapeuta”, pos con razón todos piensan en terminar con final feliz. Con la práctica adquieres confianza y sueltas tu propio cuerpo dándole ritmo a los movimientos y tus manos adquieren la destreza de acoplarse al cuerpo de la persona que estas tocando, tu respiración también se sincroniza y entonces eres capaz de percibir lo que la persona realmente necesita. Si hasta aquí ya has aprendido a fluir desde tu más profundo ser nace el deseo de bienestar para esta persona, esa sensación cálida que invade tu cuerpo no es otra cosa más que amor. Esa es la sensación que amo sentir cuando doy terapia, esa es la danza del terapeuta y no tiene nada que ver con lo sexual y si con un final feliz porque es 100% sanación.
Hoy junto con mi amiga y maestra compartimos lo que hemos aprendido a lo largo de muchos años. Hoy enseñamos a otros a dar masaje y el momento que más disfrutamos es cuando observamos a nuestros alumnos fluir con su propio poder sanador.
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